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miércoles, 13 de noviembre de 2013

La Llamada de Madrid

Caminaba sin rumbo pero con un fin. No tenía más camino que el que estaba haciendo en ese momento, en esa noche fantasmagórica por Madrid.
Las farolas iluminaban tenuemente las fachadas de aquellas casas del siglo dieciocho, con esos vanos tan extraños y esas puertas de madera antigua. El aire olía a historia, olía a magia y a melancolía, el aire olía a belleza, a noche, a Madrid.
Él proseguía con su caminata nocturna como si de un autómata se tratase, ni pensaba ni tenía intención de hacerlo, pero sin embargo, él caminaba por aquellas calles tan viejas como sus recuerdos, tan poco iluminadas como su memoria, tan cargadas como su mente.
Su mente. Podríamos decir que su mente era ancha y larga, con sinuosas entradas y salidas, con ruido y silencio, luces y sombras, con calles estrechas y anchas, llenas y vacías como por la que él caminaba ahora- Su mente era semejante a Madrid.
La luna también disfrutaba de Madrid, iluminando el Palacio Real, la Gran Vía, La Plaza Mayor, la calle Carretas, la calle Toledo, la Cava Baja y Alta… La luna disfrutaba paseando de la mano de aquel autómata extraño por unas calles que han visto tantas cosas que ni aquello les parece extraño, por unas calles tan curtidas en historias que no se sobresaltan, por unas calles que han sido paseadas tantas veces por gente tan extraña que su presencia no las llama la atención.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La Llamada de París.

Paseaba por aquellas calles sin pararse a pensar ni en a dónde iba ni en dónde estaba. Se conocía la ciudad como la palma de su mano, o incluso mejor. París, la ciudad de los amantes, la ciudad del amor, de los artistas de los años 20, de la Belle Époque… París la magia por sus calles, la luna iluminando las casas antiguas y nuevas, colándose por las vidrieras de Notre Dame, haciendo relucir la Torre Eiffel, reflejándose en el Sena…
Paseaba por calles anchas y estrechas, como los entresijos de su mente. Calles antiguas y nuevas como sus recuerdos. Calles cortas como su esperanza, calles largas como su amor por París. Siguió caminando, sin prisa, disfrutando de la brisa otoñal correspondiente a esa época del año, disfrutando del silencio que reinaba a esas horas de la noche. Disfrutando de su gran amante, París.

Paseaba y seguía paseando, sólo pero sin necesidad de compañía humana, tenía el silencio penetrante, la luna espectral y la brisa mágica que le envolvía en su abrigo largo de color negro. Siguió hacia delante, llegó a una esquina, se detuvo y, sin motivo aparente, decidió volver sobre sus pasos. Estaba como ido, estaba embriagado de la magia y la majestuosidad de aquella ciudad, estaba literalmente enamorado de París.

viernes, 18 de octubre de 2013

Simplemente, oscuridad.

Hay veces que las cosas van bien, hay veces que las cosas van mal. Pero hay otras veces que las cosas, simplemente, no van.
Esta es una de esas veces, no va el tren a su destino, no van los ríos al mar, no va el niño al colegio, no va a nadie la felicidad. Y no sé dónde se pierde, no sé cuándo se pierde, ni siquiera sé por qué se pierde, pero eso a fin de cuentas da igual, todo se pierde sin llegar a la meta, sin obtener su final.
Miras hacia arriba y ves oscuridad, miras bajo tus pies, el vacío abisal. Miras a ambos lados, soledad, miras en tí ¿y la felicidad?
Las cosas no van, la vida avanza porque tiene que avanzar, pero no disfrutas la realidad. Ya nada viene, ya nada queda, ya nada va. Simplemente, oscuridad.

sábado, 12 de octubre de 2013

La Llamada de Lucifer

El infierno se acercaba. No. El infierno estaba allí ya. En realidad... el infierno era divino comparado con aquello.
Miró al cielo nocturno y sonrió a la luna. Ínfimos y penosos humanos… Paupérrimos todos ellos, le daban asco. Y mientras pensaba todo esto su maléfica mueca se ensanchaba, con unos dientes tan blancos que aquella sonrisa parecía un espejo de la luna. Era una sensación extraña, era odio, sí, pero a la vez era felicidad. Sentía a Satanás en su interior, era su nuevo compañero de viaje, se acabó la bondad, se acabó el rezar a un Dios que no da nada, se acabó la benevolencia que le enseñaron de pequeño, se acabó.
Lucifer le llamaba, le atraía poco a poco, cada vez estaban más cerca… Un poco más… Un poco más… Quería dejar de controlar sus actos, quería cumplir los mandatos del mal. Un último empujón…
Ya, ya estaba hecho, se dejó llevar. Olió la noche, fresca y pura, escuchó los coches por la calle y escucho la televisión del vecino. Pero él ya no era él, ahora era un siervo de Lucifer, una víbora venenosa, un fantasma de la humanidad.

Ah, inútil humanidad, repugnante y ponzoñosa, le daba vergüenza. Avanzó hacía la puerta, la abrió y salió a la calle. Salió sin ser un humano, pero tampoco era un demonio, era… una cosa maligna y muy peligrosa que ahora andaba suelta por las calles de la mente de cada ser humano, de cada niño o anciano, de cada lector; vagaba por las calles de la mente de la humanidad.

sábado, 5 de octubre de 2013

¿Y tu me lo preguntas?

“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.” Gustavo Adolfo Becquer

¿Qué es alegría?, dices mientras clavas
en mí un beso consentido
¿Qué es alegría? ¿Y tú me lo preguntas?
alegría es estar contigo.

¿Qué es felicidad?, dices sin dejar
mis manos en libertad
¿Qué es felicidad? ¿Y tú me lo preguntas?
felicidad es no soltarte nunca.

¿Qué es pasión?, preguntas abrazada
a mi cuerpo mortal
¿Qué es pasión? ¿Y tú me lo preguntas?
pasión es poderte llegar a amar.

¿Y qué es amor?, preguntas mientras
tu boca sin descanso acoso.
¿Qué es amor? ¿Y tú me lo preguntas?

Amor es lo que sentimos el uno por el otro.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Amor, música de felicidad

Estaban los dos abrazados, tumbados en la arena de la playa, el tiempo pasaba pero a ellos les daba igual, no había prisa.
Levaban así unos minutos, o quizás unas horas. Bien podría haber pasado incluso un día. No eran del todo conscientes del tiempo a su alrededor, envueltos en el mutuo calor.
Ambos sonreían pues eran verdaderamente felices, ambos se amaban pues eran verdaderamente dos enamorados, ambos... ambos sabían que aquello era inquebrantable.
Quizás habían quedado en llamar a sus padres, o tal vez para tomar algo con su grupo de amigos. En ese momento, todo eso daba igual. Estaban juntos y no les importaba nada más
El chico se giró hacia la muchacha y le susurró unas palabras al oido: "Ahora mismo soy feliz, gracias por conseguirlo. Te amo" La abrazó más fuerte y apoyó su cabeza en el hombro de ella.
Ella le acarició el cabello suavemente y luego, muy lentamente, recorrió todo su torso con las manos. Cerró los ojos. "Yo también soy feliz", murmuró.
Él sonrió, sonrió de forma sincera, como hacía mucho que no sonreía. A su vez sus ojos brillaban de alegría mientras recorrían el cuerpo de la chica, deteniendose en su cara, observando aquella belleza mágica, aquel pelo perfecto y aquellos ojos llenos de vida. Cada día estaba más seguro, la amaba más que a su propia vida.
Ella, cerrando los ojos, se concentró en la sensación de sentirle a su lado. le amaba y la amaba, no necesitaban nada más.
Él observo su cara, la tomó entre las manos, acercó sus labios a los de ella... y sonó un beso, y dos y tres. Sonó el amor, sonó la felicidad, sonaron dos enamorados demostrando su amor.
Ella correspondió a sus muestras de amor, añadiendo unos acordes a la música de felicidad que los rodeaba.
Y así siguieron, disfrutando de vivir, durante no se sabe cuánto tiempo, felices.

Algún día quien escribió esto podrá vivirlo. Algún día tú, querido lector, estes soltero o acompañado, vivirás momentos mágicos dignos de historia como este, no lo dudes, existen.

Escrito por: Laura Brand y un servidor.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Noche solitaria

La lluvia cae, golpeando el cristal,
la luna brilla, como ente inmortal.
En la calle una farola tilila,
el mar azota como un vendaval.
Las sombras bailan,
las luces apenas brillan,
las hojas danzan,
sin control sobre ellas mismas.
Su sonrisa apagada,
su mirada perdida,
sus ojos antes brillantes,
a la roca se asimilan.
Vaga por la calle,
el agua recorre su rostro,
como si se tratase de un monstruo,
sin huesos ni carne.
¿De dónde viene?
¿A dónde va?
Las respuestas,
el tiempo las dará.
Es un error buscar,
lo que se nos es ocultado,
es un error ocultar,
lo que tarde o temprano ocurrirá.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Carta del futuro

Hola, muy buenas,

Soy tú, si, soy tú. Te escribo esta carta para decirte varias cosas, para que las tengas en cuenta:
Vive, intenta ser feliz, sé que muchas veces te costará, y no lo lograrás, pero al menos intenta vivir, intenta aprovechar la vida.
Sí, sufrirás. Sí, llorarás. Sí, perderás mucha gente. Pero también difrutarás, reirás y ganarás.
Sólo hay alguien a quien no debes perder, y es a tí mismo. Lee con atención: habrá momentos que tendrás que vivir sólo, no te dejes marchar, si te abandonas no lograrás superarlo jamás. Creeme.
Otro consejo: lucha por tus sueños, no dejes que nadie te los pise, que nadie te hunda. Lucha por tus ideales, por lo que creas justo, por tu felicidad y la de los que te rodean. Lucha por quien te ama, por quien te quiere, por quien busca tu compañía. Lucha, lucha, nunca dejes de luchar, jamás bajes los brazos, el día que lo hagas, todo estará perdido, ya nada valdrá la pena, ya nada tendrá luz, nada.
Confía en tí mismo y en tus posibilidades, podrás alcanzar hasta la meta más alta. Confía en mi.
Por último, quiere, ama, ríe, llora... pero siempre con sinceridad, siempre con el corazón, de nada te servirá la falsedad.
Vive, intenta ser feliz, lo lograrás.

Firmado: tu yo del futuro.

domingo, 25 de agosto de 2013

Un árbol diferente

He tardado mucho en volver a escribir, lo siento, he estado muy liado con temas varios, pero ya he vuelto. Os traigo una pequeña fábula. Gracias por leer.

En un campo coincidían muchos tipos de árboles, unos eran manzanos, otros perales, más allá había nogales, almendros, higeras... Pero había un árbol que no daba frutos, ni flores... ni nada.
Estaba triste, muy muy triste, pues se sentía inútil e inservible.
Los demás árboles le decían que intentase dar higos, manzanas o peras pero por más que lo intentaba y lo deseaba no era capaz.
Así continuó un tiempo, hasta que un buen dia pasaba por allí un anciano, con su paso lento ralentizado aún más por el calor y el sol abrasador en su cénit, se acercó al árbol y se cobijó bajo su sombra.
Así el árbol comprendió que su función no era dar frutas o flores, sino dar sombra. Era un roble.

Todos tenemos un fin en esta vida, muchas veces queremos servir para lo que sirven los demás, pero quizás nuestra función en esta vida sea otra.
"Si juzgas a un pez por su habilidad para trepar a un árbol, pasará toda su vida pensando que es un inútil." A. Einstein

domingo, 21 de julio de 2013

El Lobo y La Luna 4

Así, bañado por la luna, se sintió casi completo, casi feliz. Pero eso era lo máximo a lo que podía llegar en su deseo inconmensurable de rozar la luna.
Aulló, aulló fuertemente, aulló al silencio y a la noche oscura, aulló con un aullido lleno de desesperanza, dolor y tristeza.
Cualquier ser que oyese ese sonido sentiría un gran temor, cualquier ser, excepto, quizás, el hombre.
El lobo volvió a aullar y una lágrima calló de sus ojos rojos como rubíes sangrantes. Una lágrima llena de apatía y desgana, llena de la tristeza más absoluta en la que ningún animal se haya podido sumir. Una lágrima con un dolor rojo como los ojos que la derramaron, con una angustia negra como las noches sin luna que tantas veces había vivído el ser que la emitía.
El lobo calló y miró por última vez al cielo nocturno, con las orejas gachas y las patas dobladas, despidiendose de alguna manera de su sueño imposible, la luna.

miércoles, 17 de julio de 2013

El Lobo y La Luna 3

Un aullido estremecedor rompió el silencio espectral, y el lobo abandonó el estanque, dejando el reflejo de un deseo atrás.
Encontró unos metros más allá un conejo despistado, no era gran cosa, pero el hambre aumentaba y algo es algo.
Un topo y un cervatillo después, el lobo tenía saciadas sus necesidades básicas. Pero él no era un lobo corriente, no era básico. Sentía pasión por la luna, una pasión demasiado racional para ser un lobo pero demasiado irracional para tener fundamento.
Ansiaba la luna, tocarla, verla y sentir que no era un espejismo como el del lago, como una sonrisa perdida, de la cual sólo queda el reflejo y el deseo de lo real.
Llego a un claro del bosque por el que se filtraban los rayos fantasmales de la luna. Se dejo acariciar por ellos, erizándosele el pelo y estremeciéndosele las entrañas. Cerró los ojos y por un momento imaginó cumplido su mayor deseo, sentir la autenticidad de su amante oculta, la luna.

sábado, 13 de julio de 2013

El Lobo y La Luna 2

Sintiendo la llamada de la libertad una noche más inició su carrera por el bosque, gozando del aire fresco y de la quietud y el silencio rotos solo por los aullidos de sus semejantes.
Corría a su encuentro. Sentía en su interior el instinto de matar, el instinto de la sangre. De repente se detuvo, con las orejas levantadas mientras sus ojos rojos como rubíes escrutaban la más inescrutable e inperturbable de las oscuridades. Decidió guiarse por su olfato y caminó con sumo cuidado en un silencio siniestro.
Así estuvo varios minutos, hasta que llegó a un claro con un estanque. Allí, curiosamente estaba la luna. La luna, la que podríamos considerar su guía, su compañera. Estaba en creciente, como una sonrisa macabra de un Joker que ha atrapado a su Batman, como si fuese un presagio tenebroso y macabro.
Se deleitó un momento con su imagen en el agua, estaba tan cerca... pero a la vez tan lejos...
Quería tocar la luna. Esa esfera límpida y pura de color blanco, a veces sonriente, que siempre, cada noche, desde que era cachorro, le había acompañado en su matanza por la supervivencia. La única que conocía todas y cada una de sus acciones, su confidente, la luna.

jueves, 11 de julio de 2013

El Lobo y La Luna

El lobo aullaba, con la cara alzada hacia la luna. Y la luna, aparentemente inmune a los ojos del hombre, le devolvía la mirada al ser que ella había visto crecer, noche tras noche, y al cuál había incitado un ansia de libertad innata. Era una relacción extraña y compleja de comprensión, por la soledad libre de ambos.
El lobo miraba a esa gran bola de luz misteriosa que le provocaba esos instintos tan irracionales de aullar, correr, perseguir, matar y probar la sangre una noche más. Con sus rojos ojos como la sangre fresca de la caza a la luz de la luna, se preguntaba en su fuero interno, aún sin saber, el por qué el ser humano que tanto miedo le tiene no es capaz de disfrutar de la misma libertad que él, olvidando el orden en el caos y disfrutando del caos en la libertad.
En esto se oyeron más espectros nocturnos como él, alzando sus voces al cielo y rasgando despiadadamente el silencio, vagando sin rumbo pero con convicción por las entrañas más temerosas de la libertad oscura, en una noche tan solo iluminada por su compañera de viaje, la luna.

lunes, 8 de julio de 2013

No distingo entre ficticia o real

Podría tratarte de princesa,
podría hablarte de hadas,
podrías rehuirme,
podrías echarme a patadas.
Quizás me tratases de imbécil,
quizás me retirarías la palabra,
quizás sea tu punto débil,
quizás conseguiría que me amaras.
Puede que corrieras en dirección contraria,
puede que a mis brazos aguardaras,
puede que haya otro,
puede que yo no sea nada.
Si tan sólo una palabra dijeras,
si tan sólo una mirada me hicieras,
si tan sólo conmigo fueses sincera,
sin tan sólo un día algo entre ambos ocurriera.
Pero nada demuestras,
pero nada nos queda,
pero todo es posible,
pero todo es factible.
Así llega del poema el final,
así demuestro mi amor por tu realidad,
así observamos nuestra frialdad,
que no distingo entre ficticia o real.

martes, 2 de julio de 2013

Una niebla en la memoria

Un día te da por echar la vista atrás y ver todo lo que dejaste ir, todo lo que no cogiste, todo lo que antes era divertido y único y ahora no es más que humo.
Y al mirar atrás ves esa sonrisa que te sacó cierta persona, ese beso que no diste, ese momento irrepetible que no supiste apreciar. Ves cómo antes eras muy feliz, mientras que ahora simplemente eres. Observas las oportunidades perdidas, los caminos recorridos y las lágrimas que secaron otras manos. Aprecias lo que fue y lo que tuviste, aprecias lo que no apreciaste y  añoras lo que tuviste.
Y en ese momento te sobreviene la más grande de las melancolías, la más grande de las añoranzas y te abraza una inmesa impotencia. Se te viene a la mente esa famosa frase: "Todo tiempo pasado fue mejor".
Esos caminos recorridos, esas sonrisas congeladas, esos momentos irrepetibles, esas personas únicas... nada será como antes, nada volverá, todo está perdido entre las sombras de un pasado que considero incierto. Todo está perdido, todo pasado, todo abandonado al vago recuerdo que nuestra mente se niega a borrar luchando contra el tiempo y el olvido.
Vuelves la vista atrás y sientes la impotencia de lo irrepetible, el dolor del pasado y la melancolía del recuerdo.
Y te preguntas qué te queda de todo aquello pero la realidad es que solo queda una niebla, más o menos densa, pero inalcanzable. Una niebla de la memoria de un ser que dejó de vivir por soñar y ahora solo le quedan recuerdos sin sueños.

domingo, 23 de junio de 2013

Una bota de cristal.

Curioso, las mujeres buscan un príncipe azul. Muchas confunden un pitufo con un príncipe. Otras ven azul donde no lo hay. Y un tercer grupo coge y ahoga al susodicho hasta volverlo azul.
Luego hay las que lo ven y no lo reconocen, las que lo tienen y no lo valoran, las que ven fantasmas azules donde no los hay y las que creen que el azul es el color de cualquier hombre.
Los hombres tienen fama de no buscar princesas y conformarse con las hermanastras de Cenicienta. Pero hay hombres que tienen un zapatito de cristal que busca su dueña, su princesa. Por probar los llaman inmaduros, insensibles y los aborrecen. ¿No se dan cuenta que hasta el hombre "más duro" tiene sentimientos? ¿Creen de verdad que un hombre lo hace con ánimo de molestar? No, ya digo yo que no. ¿O acaso el príncipe fue directamente a Cenicienta con el zapato? No, el príncipe hizo el llamado ensayo-error, como todos.
Cierto es que en todos lados hay brujas, titiriteros, piratas y demás maleantes. Pero hasta ellos tienen un zapato o bota que busca un pie donde encajar. Y ellas buscan alguien que las quiera a pesar de su verruga en la nariz. Todo el mundo busca, algunos encuentran, otros desisten. Dichoso quien lo encuentre, desdichado quien desista.
No dejeis de buscar la dueña de vuestra bota o zapato de cristal, no desistais en encontrar un verdadero príncipe o pirata azul. O en su defecto un pitufo. No desistais jamás. Aparecerá.

martes, 18 de junio de 2013

¿Por qué no demostrarlo?

Veamos... llevo varias publicaciones en las que me pregunto "¿Por qué?". Pero es que me resulta muy difícil hablar sobre algo de lo que todavía no tengo respuesta sin expresar mi duda. Esta vez no iba a ser menos.

¿Sabeis? Hay gente que vale mucho, pero que no obtiene recompensa. Hay gente que le hace un flaco favor a la humanidad siendo tal y como es y sin embargo obtienen más.
¿Sabeis? Estamos creando una sociedad en la que o bien pones una cara tristona o mandas todo a la mierda en tu estado de tuenti o facebook, en un tweet o en instagram... y entonces aparece el "habre xat ya tia" o el "k t pAsAh?", uno entre un millon como ese. Sin embargo esa persona de verdad valiente que tiene problemas pero no quiere gritarlo a los cuatro vientos, no obtiene ni una misera palabra reconfortable, porque como no se queja...
Nadie o casi nadie (dichoso aquel que crea que me equivoco) demuestra su amor por nadie. No, no digo amor de pareja, sino amor referido a la amistad, al cariño y al aprecio, que generalmente son más sinceros.
¿Sabeis? ¿Teneis la menor idea de lo que un "buenas noches, te quiero" puede ayudar a alguien? ¿De lo que puede lograr el tener un apoyo ahí cada día, alguien que te diga "¿Como estás?" y en quien poder confiar?
Siempre defenderé que el expresar sentimientos tiene el mismo funcionamiento que la moneda, cuantas más veces se haga sin necesidad, pierde más valor. Pero no debemos dejar que el demostrar nuestra amistad a alguien se convierta en lo que yo llamo "un billete de 500€", sabes que existen pero rara vez verás uno. Cada cosa tiene su valor, pero es necesario demostrarlo día a día, conversación a conversación.
Imaginemos lo siguiente, algo que puede estar pasando ahora mismo a nuestro alrededor: Manolo se va del colegio, pero no lo sabe nadie, prefiere no decirlo. Javier se va y lo saben todos. A Manolo nadie le dirá "te echaremos de menos" mientras que Javier está harto de oírlo. Manolo desaparecerá de la vida de sus compañeros al igual que Javier, pero no tendrá ninguna muestra de afecto.
¿Sabeis? Manolo y Javier sufrirán por igual pero Manolo no tendrá apoyo en nadie.
¿No veis la idea que os quiero transmitir? No pasa nada, seré más extremista.
¿Por qué la gente habla bien solo de los difuntos? Con todos mis respetos, si Manolo está muerto de poco le valdrá saber que le querías. En cambio Manolo te lo agradecerá sin ninguna duda lo que le quede de vida si se lo dices mientras viva. ¿Quién sabe si esa persona con la que acabas de dejar de hablar estará aquí mañana? No busco que vayais lanzando "te quieros" a diestro y siniestro ni mucho menos.
Solo demostrad a todo aquel al que le tengais aprecio que ahí os tiene, que le apreciais y que estais orgullosos de haberle conocido. No esperes a que se vaya del colegio, que fallezca o que se vea obligado a poner en tuenti "Me quiero morir", díselo para que si pasa cualquiera de estas u otras cosas, sepa que ahí te tiene y que en ti si que puede confiar.

sábado, 8 de junio de 2013

La felicidad: el caballo y el silbato.

Os presento a dos niños de aproximadamente 8 años. Van a la misma clase, pero solo tienen eso en común. Carlos tiene una gran casa, con un gran jardín, va a música, teatro, equitación, esgrima... después de clase. Por el contrario los padres de Nano tienen problemas para llegar a fin de mes, su casa no tiene agua caliente, vive con sus abuelos, padres y hermanos en apenas 45 metros cuadrados.
Como he dicho antes, van juntos a clase, desde que eran pequeñitos, y todos, todos los años, antes de Navidad, Carlos se mete con Nano porque Papa Noel no le traerá ni la X-Box, ni la Play... se tendrá que conformar con un dulce de leche (que a Nano tanto le gustan, por cierto), mientras que él, Carlos, come esos dulces todos los días.
En Diciembre del año pasado también ocurrió lo mismo, un año más, Carlos había pedido un caballo, mientras que Nano había pedido un dulce de leche como hacía todos los años. Nano aguantó las burlas de Carlos durante días y días, pero no les dió apenas importancia.
Llegó la mañana del 25 y Carlos recibió su caballo mientras que Nano obtuvo un dulce de leche y ¡¡sorpresa, un silbato!!
Nano salió corriendo a la calle, gritando y riendo, ¡¡tenía un silbato!! ¡¡Podía imaginar que era un policía que regulaba el tráfico y perseguía ladrones malos!!
A todo esto Carlos vió a Nano reir y gritar de alegría por la calle y cogió y le espetó a su padre que él quería un silbato y no un caballo, que qué asco de regalo y se subió enfadado a su habitación mientras Nano, en la calle, disfrutaba como nadie de su regalo. Fueron unas navidades geniales para Nano.

De esta historia quiero deducir un par de cosas, primera, no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Y segunda, la felicidad no está en el valor material de las cosas, sino en el valor emocional que les queramos dar. Así os digo que teneis la felicidad a vuestro alcance, solo estirad la mano y confiad.

viernes, 24 de mayo de 2013

Las palabras.


Las palabras… entes mágicos, únicos, increíbles, inigualables… Las palabras, la base de toda nuestra cultura, de nuestra sociedad, de nosotros mismos. Las palabras, la más antigua y más pura expresión del hombre.
Porque las palabras merecen ser cuidadas, respetadas, utilizadas… pero no mancilladas. Las palabras pueden expresar cosas tan variadas como amor y odio, dolor y alegría, felicidad y tristeza. Pueden transmitir pensamientos tan abstractos como pasión, sentimiento, culpabilidad…
A mí me gusta decir, “Dime que palabras usas y te diré quién eres”. Y es que para muchos los ojos, la sonrisa, son las puertas del alma. Pues bien, toda puerta tiene una llave, esa llave son las palabras.
Las palabras no son rígidas, son cambiantes; no son básicas, son misteriosas; no son simples, son demasiado complejas. Una palabra, como podría ser “claro”, es demasiado cambiante como para encasquetarla y volverla rígida. “Claro” a simple vista parece algo simple, pero eso se lo parece a aquel que no conoce sus variantes y su complejidad para usarla, todo aquel que use “claro” como aclaración, como nombre, como adjetivo… se queda corto.
Una palabra va más allá, una palabra es misteriosa, pues no a todos se nos viene a la mente el mismo “claro”, a unos les parecerá aclaración a primera vista; otros verán una variante de cualquier color, otros verán una zona de un bosque sin árboles, los amantes de la música quizás vean “claros de luna”… Pero ni aunque dos personas vieran una zona de un bosque sin árboles, jamás verían la misma zona, los mismos árboles, ni aunque estuvieran en el mismo claro en el mismo momento. Un amante de la música podría pensar en Debussy, otro en Beethoven… En el caso de que dos pensasen en Debussy, no pensarían en la misma parte de la pieza, ni la pensarían en la misma escala, ni representada en el mismo lugar.
Demasiadas variables, demasiadas personas, demasiadas zonas sin árboles y demasiadas notas en una misma pieza musical, una palabra no puede representarse en su plenitud, solamente puede transmitirse de forma escrita, y aún así pierde mucha majestuosidad.
Ahora que he intentado explicar la complejidad de las palabras, pasaré a explicar el peligro que las mismas conllevan. Una palabra, tan solo una, puede ocasionar consecuencias tan graves que ni se nos ocurren, daños tan irreparables que seguirán después de que la persona desaparezca, sentimientos tan puros que harían estremecerse al más duro, al más insensible y al más cruel.
Pasaré a advertirte de que no te fíes de alguien que, como yo, juega con las palabras, podemos hacerte sufrir mucho, conocemos donde atacan las palabras, si averiguamos tu punto débil, échate a temblar. Tenemos la capacidad de manipular mentes ingenuas; si queremos podemos subirte a las nubes y luego dejarte caer, para que la caída sea peor.
No te fíes de alguien que, como yo, juega con las palabras, para nosotros tú puedes ser una palabra más; conociendo su funcionamiento las palabras siempre duelen más que los puños, para el dolor físico hay calmantes, para el dolor causado por una palabra, la única cura es otra palabra igual o más significativa.
No te fíes de alguien que, como yo, juega con las palabras, somos demasiado retorcidos cuando nos lo proponemos, podemos enamorar sin tocar, exterminar sin mirar, destruir la esperanza sin siquiera esfuerzo. No te fíes de alguien que, como yo, juega con las palabras, las palabras son como el fuego, y no se debe jugar con fuego. Una persona que conoce las palabras y las comprende, puede llegar a ser un magnífico actor y manipulador.
La muestra del poder de las palabras es la siguiente: tras todo lo dicho antes, quiero añadir que no te fíes de alguien que, como yo, juega con las palabras. Podemos pintarnos de peligrosos y quizás no sea para tanto… ¿Tu qué crees?

domingo, 19 de mayo de 2013

Sin potestad para encontrar la felicidad.

Cuando algo te oprime el pecho, te estruja el corazón, te encoge el estómago; cuando algo te hace sentir vacío, marchito, ahogado, sin nada; cuando no identificas ese algo, cuando ese algo es todo y nada, cuando ese algo está ahí, pero solo lo ves tú, lo sufres tú, lo escondes tú... es entonces cuando te pierdes, das vueltas y más vueltas, viajas lejos y te duele, ves la realidad y sangras; ves lo que pudo ser y no fue, lo que podría ser y no será.
Cuando sientes que tu lucha no tiene objetivo, que no tiene causa ni motivo, que no tiene ni inicio ni final... Te das cuenta de que la felicidad es demasiado efímera como para disfrutarla al máximo, que la apatía, la melancolía, la desesperanza, la soledad y lo gris vuelven cual bumerán que un buen día intentaste alejar de tí.
Y ahí, ahora, en este momento, te entran dudas por todo, lo más simple te hace sufrir y no reir como antes, lo más complejo está demasiado alejado como para pelear por ello, y todo lo que creías, apreciabas y querías se tambalea, está al borde del desastre.
Y lo peor podría ser esto, pero el problema viene cuando indentificas el fallo con todo y con nada. Cuando cualquier cosa, por ínfima que sea, derrama lágrimas de sangre. Cuando la base y la piedra angular no son identificadas, son sombras, nubes oscuras... Esa luz que buscabas cada día ahora ya no está, en su lugar hay solo oscuridad y soledad, vacío y frío. Y por mucho que escarbas lo único que logras es que te sangren los dedos de trabajar, el corazón de desesperanza y el cerebro de incertidumbre.
Y te llenas entero de sangre, dolor y lágrimas, con la esperanza de salir del hoyo, pero te cae más tierra encima, te pisotea un algo macabro que es feliz arrancandote la luz que tenías dentro, te lo arranca con una mano fría y huesuda, con una sonrisa malévola y una mirada que solo transmite pavor, pavor por lo que te puede provocar.
Y esa mano huesuda deja tu mano sola, sin apoyo, inerte; la sonrisa malévola deja tu sonrisa congelada para la posteridad, una sonrisa sin un ápice de felicidad; y esa mirada, esa mirada pavorosa deja tu mirada vacía, sin nada, sin luz ni alegría, sin ver y sin mirar, tan solo te deja frialdad.
En ocasiones piensas que mejor la muerte, pues por lo menos es rápida y certera, y al menos no disfruta haciendote sufrir, dejandote sin nada, vaciandote de todo, dandote fuerzas tan solo para que sigas viviendo pero sin esperanza ni felicidad, sin calor ni humanidad, vagando por un camino interminable, sin rumbo, como si fueras una simple hoja a merced de los antojos de la mar, una nube que cumple sin rechistar los mandatos del viento, una gota de agua que no tiene otra opción que ir allí donde la corriente la lleve, sin potestad para decidir ni para encontrar la felicidad.

sábado, 18 de mayo de 2013

¿Es mucho pedir?

Porque yo solo ansío
pasar el tiempo entre tus brazos
porque solo una cosa quiero
y es besar tus labios.
Cuando creo que es verdad
me invade la felicidad
pero al bajar a la realidad
siento mi vida derrumbar.
Y es que no hay nada más
no hay nada mejor
que poderte abrazar
y sentir tu calor.
Pero resulta que no estás
resulta que te vas
resulta que calor no me das
resulta que te quiero de verdad.
No se si me amarás
ni siquiera si hoy me querrás
no sé, si te lo dijera,
posiblemente huyeras.
No serías la última,
ni mucho menos la primera
que huye de mi vida
solo por oir mi voz sincera
susurrar: "ojalá me quieras".
Y eso es lo que me hace dudar,
no se si merece arriesgar,
intentar acercarme a ti,
aún a riesgo de verte huir.
Y por eso pido,
a quien sea menester,
que me dé un sexto sentido,
para entender a la mujer.
Por eso pido, por favor,
me des una señal,
para saber, por Dios,
qué sientes por mi de verdad
¿No entiendes que no soy uno más?
¿Que yo te quiero de verdad?
¿Que no busco nada más
que de tu mano pasear?
Mirarte a los ojos y ver felicidad,
susurrarte mi nombre a la oreja
y ver tu cuerpo entero
de emoción temblar.
No busco algo pasajero,
no quiero ser del dolor el mensajero,
solo busco algo sincero,
algo que por fin sea verdadero.
Y es que ahí estás
viendome como una mancha más,
sin darte cuenta,
de lo que siento de verdad.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Pensamiento en abstracto.

Lo ansías, lo persigues, lo rozas con la punta de los dedos. Se te escapa.
Lo sueñas, lo deseas, lo luchas, lo tocas. Se te escapa.
Así una y otra vez, una y otra vez. Y por cada intento fallido las esperanzas disminuyen.
Dudas que lo puedas alcanzar, dudas poder encontrarlo, dudas incluso de su existencia.
Cada intento, cada fallo, es una losa que va aplastando tu esperanza, que va tapando los rayos de luz que se cuelan entre tus dudas.
¿Cuánto he de fracasar para triunfar? ¿Cuántas losas me caeran encima antes de ver la luz?
Pero sigues soñandolo, deseandolo, persiguiendolo, buscándolo. Y no lo encuentras, no lo logras, no, no, no. Nada.
Y te cansas, eso te hace dejar de ver luz, pero no puedes vivir sin luz, arañas, excarvas y encuentras iluminación donde no creías encontrarla.
Y es en ese instante, justo ahí, cuando las dudas y la esperanza se confunden, te marean y te hacen caer.

sábado, 27 de abril de 2013

Pájaros de libertad.

Diana era una niñita de cinco años, vivía feliz con su padre y su madre.
Le encantaba que su madre le contase cuentos y dar paseos con su padre, "Papá, ¿por qué vuelan los pájaros?" "Papá, ¿por qué flotan las nubes?"...No paraba de preguntar y su padre respondía encantado, su padre "era el más listo de todos los papás del mundo mundial".
Pero a Diana le encantaban las reuniones de su padre y su madre con sus amigos. Siempre llegaban quejandose por el paro, la crisis, el régimen autoritario de su país... Pero su papá siempre decia palabras grandes como "revolución", "esperanza", "libertad"... Y sus amigos se ponian muy contentos y felices. Ahí era cuando Diana se acercaba a su padre y le abrazaba.
Lo que más le gustaba hacer a Diana era dibujar, sobretodo pájaros.
Un día vinieron unos señores y se llevaron a su padre porque promovía ideas opuestas al régimen. Diana no entendía nada, solo veía a su madre llorar.
Pasaron los meses y por fin iba a ver a su padre. Diana estaba feliz, iba a ir a visitarle a la cárcel. Había hecho el mejor dibujo de un pájaro para llevárselo a su padre.
Cuando llegaron a la cárcel registraron toda la comida que su mamá había preparado a su papá, rompieron un bollo por si llevaba algo dentro, Diana se preguntaba qué podía haber dentro de un bollo salvo chocolate.
Diana tuvo que enseñar su dibujo a un hombre muy serio, este, al verlo, le dijo a Diana que no podía llevar nada que incitase la libertad y la esperanza a los presos. Rompió el dibujo.
Diana lloraba y se preguntaba por qué habían roto su dibujo. Cuando vió a su padre fue corriendo a llorar entre sus brazos y a decirle que traía un dibujo de un pájaro como los que tanto les gustaban, pero que se lo habían roto. El padre dijo: "Diana, tranquila, yo me imagino el dibujo y es genial, me imagino el pájaro y puedo ver como revolotea, no llores más". Pero Diana seguía triste.
Al llegar a casa Diana corrió a su habitación a dibujar otra cosa para su padre.
Al día siguiente enseño orgullosa su dibujo a los carceleros. "¿Un árbol? Es inofensivo" y pasó con su dibujo.
Se lo dió a su padre y este le dijo: "Que bonito, me encantan los frutos de colores que tiene el árbol". Y Diana le respondió: "Shhh, no son frutos, son los ojos de mis pájaros, que los he escondido en el árbol, así cuando quieras te imaginas que salen y vuelan contigo"

jueves, 18 de abril de 2013

Gris.


Cuando las dudas aparecen, cuando un mal día se sucede con el siguiente, cuando todo gira a tu alrededor sin ningún control. En ese momento, en ese preciso instante, es cuando te flaquean las piernas, te falta la respiración, la vista se nubla y todo es gris, como un día lluvioso de abril.
Un día lluvioso de abril… Quizás para muchos es un día más en el que se mojarán cuando salgan a la calle, para él no. Para él salir a la calle y mojarse no es problema, el problema viene cuando sale a la calle y se da cuenta de las cosas… Nada es igual, nada es diferente, ya nada es nada.
No quiere salir, está mejor en su cárcel de cristal, protegido de todo mal, de todo dolor, de todo lo que ahí afuera está ocurriendo. Su cama, su habitación, una coca-cola, música de fondo y la mirada perdida de alguien resignado al cambio de la nada por la nada.
No es por nada en especial, pero a la vez todo tiene su parte de culpa. Y sí, él también se siente culpable. No sabe exactamente qué le pasa, pero le pasa, no sabe exactamente el motivo, pero lo hay, no sabe exactamente cuánto tiempo lleva allí, con la misma coca-cola que ya no tiene gas, como su energía, como él, ha perdido la fuerza y todo se reduce a un sabor dulzón en la boca.
Y al fin y al cabo… Para qué sirve todo lo que ha hecho, todo lo que ha vivido si  ya no tiene gas, no tiene fuerza. Es una pregunta más que hay que sumar a todas las que le rondan por la cabeza, ocupada en intentar resolverlas para no pensar en lo demás.
Están solos, él y sus pensamientos, en una tarde de abril que no es como las demás.

lunes, 25 de marzo de 2013

Estrellas que se marcharon sin avisar.

Añoro ver las estrellas, sentir la paz de la noche, el frescor que desprende la naturaleza a esas horas. Y sí, es cierto, no volveré a vivir la misma sensación nunca más.
Pero he aprendido a disfrutar del simple hecho de ver la imensidad del cielo nocturno, de disfrutar de la compañia, de oir a los grillos, a los buhos...
He aprendido a ser feliz sintiendome como un niño, recordandome a mis cinco o seis añitos, deseando salir al campo para ver las estrellas, de intentar contarlas, de encontrar los dibujos más extraños posibles.
No volveré a ver las estrellas, pero no por eso dejaré que la tristeza me invada y las lágrimas no me dejen ver la luna. La luna es preciosa, ¿puedo disfrutarla?, pues debo hacerlo. ¿No crees?

viernes, 1 de marzo de 2013

Soledad en el Marina.

Viajaba a bordo del Marina, un barco español, de esos tradicionales de principios del siglo XX. Estaba amaneciendo, las tinieblas que todo lo cubren por la noche desaparecían. Había una neblina que lo cubría todo.
Pero si bien el sol despuntaba en el horizonte, la luz no ilumaba su corazón. Estaba demasiado solo para ser feliz.
Solo le calmaba esa dulce zozobra del barco, ese olor a mar, a sal, a agua... El sonido de las olas golpeando la quilla del barco. Las gaviotas sobrebolando su cabeza. Y curiosamente lo que más le ayudaba a sobrellevar su soledad, era la tranquilidad que esta conlleva.
Se había embarcado porque se había percatado de que en realidad apenas tenía a nadie con quien compartir un pedazo de pan en tierra. La mayoría le habian abandonado al saber de su necesidad.
Todos le tenían aprecio hasta el día que necesito ayuda. Tan solo unos pocos le socorrieron.
Tras esto decidió embarcarse en un viaje sin objetivo alguno mas que aprovechar la única compañía que tendrá para siempre: él mismo.
Cuando se enteró de que solo le querían a las buenas se llevo la mayor decepción de su vida, lo que le llevo a tomar un barco y marchar lejos, muy lejos, para ver las cosas desde otra perspectiva.
Quizás lo consiga, quizás no, pero tomó esa decisión y la mantendrá hasta que crea necesario.

lunes, 11 de febrero de 2013

Un otoño en el muelle.

Era una tarde apacible de otoño, el sol se iba despidiendo hasta el día siguiente, el cielo estaba despejado, el faro empezaba a funcionar, los pescadores terminaban una dura jornada de trabajo, el mar estaba en calma, el sonido de las olas era magnífico y los dos tenían lo que más deseaban: la compañia del otro.
Ambos estaban en el muelle del puerto, demasiado nerviosos como para decir nada, demasiado enamorados como para callar. Ninguno sabía qué hacer, cómo actuar, qué decir...
Deseaban abrazarse y contemplar la puesta de sol bien juntos para paliar el frío que el crepúsculo trae consigo, para sentir esa sensacion de extrema felicidad de cuando abrazas a ese alguien a quien amas, para que el tiempo se detuviese, para estar sólo ellos dos en el universo. Pero ninguno se atrevía a dar el paso por miedo al rechazo.
Él la amaba, ella le amaba a él, ¿por qué no daban el paso? La razón es simple de contar y difícil de explicar. Cuando amas a alguien siempre tienes la duda de ¿y si me dice que no y lo pierdo para siempre? Pues eso es exactamente lo que les pasaba a nuestros protagonistas, tenían miedo de perder al otro por dar un paso en falso.
Volvamos al muelle, él decidio tomar la iniciativa, se acercó a ella y sacó un tema de coversación.
-Bonita puesta de sol, ¿verdad?
-La verdad es que sí, la noche apunta a una noche fresca.-respondió ella.
El deseaba decirla cuánto la amaba, deseaba decirla que si la puesta de sol era bonita, ella era como mil puestas de sol juntas. Que ella era la razón de su existencia, que ella era la belleza, la poesía, la luz personificadas. Que ella lo era todo para él.
Así pasaron esa tarde y las siguientes de ese otoño. Nunca se declararon su amor.
Años después él encontró una chica que le amaba y tuvo dos hijos. Ella se casó con el hijo del dueño de la industria pesquera de la zona.
Pero el corazón de ambos siempre estará en ese otoño en ese muelle.
Gracias por leer como siempre, me gustaría saber vuestra opinión en el cambio de temática a la narrativa romántica. ¿Os ha gustado? Para mí, como he dicho en mil y una ocasiones, lo más importante y alentador para escribir son vuestras opiniones, solo os pido eso. Gracias de nuevo.