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lunes, 4 de diciembre de 2017

Que yo, te quiero

"Querer es mucho más importante
que las consecuencias."
Miguel Gane.


No tengo pudor
en decir que te quiero.

No es ningún secreto.

Ya pueden venirnos con hogueras
que sobrevivan gracias
a los libros de poemas.
Ya pueden destrozar las ventanas
de nuestro rinconcito de Madrid
a pedradas.
Que yo, te quiero.

Puede venir el idiota de Trump
y construirnos un muro,
que yo
me quedaré en el mismo lado que tú.

Pueden venir a darnos una fecha
para el fin del mundo
que siempre pediremos
cinco minutitos más.

Pueden cortarnos la luz,
el agua, el gas, el teléfono.
Pueden cortarnos la cabeza,
las muñecas, los dedos, la lengua.
Pueden cortar lo que les dé la gana.
Que yo, te quiero.

Puede que traten de arrancarme las alas.
Que lo hagan. Que lo hagan.

No saben
que tus labios
son el sanatorio
de todas mis heridas,
y que con tres polvos
y dos mordiscos tuyos
me volverán a crecer.

Puede caernos encima
una lluvia de asteroides,
que los esquivaremos todos.
Tú, con tu sutileza de bailarina de alfileres.
Yo, con mi firmeza de pirata cojo.

Pueden echarnos la mierda que quieran.
Que lo hagan. Que lo hagan.
No me importa si lo hacen.

Que yo
te quiero.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Guerra y búnker

Solo necesito
el búnker de tus brazos,
el escondite de tus ojos,
el seguro de vida de tus labios.

Algo que me salve
del cielo y el infierno,
que sujete los alfileres
estacados en la herida de mi costado.

Te necesito porque eres nube,
libre e impredecible.
Porque eres niebla,
inabarcable y suave.
Porque eres lluvia,
feroz y prodigiosa.

Te necesito porque se me caen
los sombreros de los ojos
en el otoño de mis miedos.
Y me siento como un cervatillo
que se sabe presa,
mientras espera
de dónde, cómo y cuándo
vendrá el próximo balazo.

Noto la tierra fría
bajo mis zapatos
y me planteo
la posibilidad
de trasladarme allí abajo
hasta que pase
la tormenta de tu ausencia.

Los ojos curiosos y luminosos
de las farolas
me taladran los pulmones,
pero no me doy ni cuenta.

Un semáforo me guiña en ámbar
mientras otro,
un poco más allá,
me hace burla.

Han comenzado
los bombardeos.

Doy saltos
de charco en charco,
evitando las bombas
que salpican lodo
sobre mi camisa,
antes blanca.

Unos pasos más allá
el feto malformado
de mis ilusiones
sangra copiosamente
por el nuevo muñón de su brazo,
que luce con el grito
de mil plañideras negras.

No
le hago
caso.

Un pez se retuerce
a bocanadas
sobre la sangre de los inocentes
que pagaron cara
mi guerra.

Mi
guerra.

Sin tu búnker.

Es entonces cuando recuerdo que no estás
y que no hay refugio posible
en la estepa de metralla.

Y lo entiendo todo.

Miro un avión.
Suelta una bomba.
Abro los brazos.
Me pongo debajo.

Fin.

viernes, 11 de agosto de 2017

Fundido (I y II)

FUNDIDO I

A quién quiero engañar.

Sí desde que se fue
mis letras
andan huérfanas
de musa,
mis versos
viudos de comparsas
y mis poemas
descabezados.

Los folios en blanco
me atracan a traición
en cuanto me siento
en mi escritorio,
y si me descuido
un momento
me sacan
los ojos.

He visto a mi firma
ir con gabardina
al entierro
de todos mis escritos.

He visto a mi pluma
quejarse de artritis
y decir
que ojalá se muera pronto.

Me he visto
a mi mismo
delante de un espejo
y no he sabido describirme.

Lo juro.
Juro que lo he visto.

He derrapado
escaleras abajo
sin derramar
una sola lágrima de tinta.

He flotado
en charcos
de fango
sin sentirme sucio.

He intentado
suicidarme
y casi
me mato en el intento.

Lo juro.
Juro que lo he hecho.

Lo he probado todo,
y ni así despierto a las panteras
que viven entre mis costillas.

Creo que se ha fundido
algo dentro de mí
y no hay electricista
que pueda arreglarlo.
____________________

FUNDIDO II

Se ha ido la luz.

Un roedor
pequeño,
feo y maloliente,
ha mordisqueado
todos los cables
de mi tendido eléctrico.

Hay gritos en la oscuridad
que se mezclan
con los lamentos de las piedras
y las lágrimas
de bombillas frías.

El caos ha ordenado mi no-luz
para dar rienda suelta a los fantasmas
que galopan sobre las cumbres invertidas
de mis montañas.

Allí donde arrecia el frío
y los águilas
vuelan a ras de suelo,
por vértigo.

No hay luces en mis entrañas
y un cúmulo
de placenta suculenta
se desplaza babeando
todas mis esperanzas,
buscando alguna luz
a la que hacer sombra.

Las copas de los árboles
se hacen eco
y tapan
los jirones de vida
que le quedan a la luna.

Los buitres hacen butrones en el cielo
para robar,
en silencio,
la luz de todas mis estrellas.

No hay electricista
capaz de parar
esta debacle.

Ya es oficial:

la luz ha entrado
en peligro de extinción

domingo, 11 de junio de 2017

Estoy harto

"Hoy tengo un día de esos
en que mandaría todo
a hacer puñetas"
Luis Eduardo Aute.

Estoy harto.
¡Harto!

De las putas
de tarifas bajas.
De las putas
de tarifas altas.
De las putas
que llevan sucias
las bragas.

Estoy harto
del machismo,
del "feminismo":
del nazismo
disfrazado de igualdad.

Harto de la gente que hace spoilers,
de los que se comen la última croqueta,
de los que se ríen de los pobres
y de los que siempre llevan rota la bragueta.

Estoy harto de los viejos
que me dicen,
que como soy joven
no puedo hablar de sexo.
Disculpen, señores,
según ustedes,
entonces:
¿cuántas mujeres
tengo que follarme
para poder escribir sobre ello?

Estoy harto de la soledad de mi cama,
de las sentencias al séptimo grado,
de matarme a pajas cada mañana
y que siempre me interrumpan en el baño.

Estoy harto de los hipócritas
que se creen
que por dar buenos consejos
dejarán de ser hijos de puta.

Estoy harto de la obsolescencia programada,
de todos los chulos
que se untan la nariz
con polvo de hadas.

Harto de escuchar problemas
y tener que decir
con voz cuerda
"eso no es nada. Tú tranqui".

Estoy harto de que unos tuits
más que pésimos
ganen un concurso
que pasó de muy bueno a paupérrimo.

Estoy harto de que me miren
con los ojos como platos
por medir 1'40.

Si. Qué pasa. Soy bajo.

Estoy harto de ver
como los corruptos
se lo llevan muerto
y el ciudadano de a pie
se comporta como el ciego
en el país de los tuertos.

Estoy harto de los madrileños
que nunca han ido
por ineptos
al Museo del Prado.

Estoy harto de las poesías
que hablan de pájaros
besándose
en frondosas ramas.

De los tipos que recitan:
"Bueno... Esto...
Lo escribí en el aeropuerto...
Y se titula...
Poema del aeropuerto...
Y dice así:
Estoy en el aeropuerto..."

Estoy harto de que me juzguen
por escribir
sobre todo
lo que estoy harto.

Pero, sobre cualquier cosa,
estoy harto
de los poetas
que escriben
que están hartos.

___________________________

I am sick.
Sick!

Sick of the fucking
low rates,
of the fucking
high rates,
of the whores
who wear dirty panties
in the hallways.

I am sick
of the male chauvinism,
of the “feminism”:
of the Nazism disguised as equality.

Sick of the people who make spoilers,
of those who eat the last croquette,
of those who laugh at the poor ones
and of those who always have broken the fly.

I am sick of the elderly
who state
that I can’t talk about sex,
being younger than them.

You may excuse me, dear gentlemen,
in your opinion, then,
how many women
do I have to sleep with
to write about the theme?

I am sick of the solitude of my bed,
of the judgements risen to seven grade,
of killing myself by wanks every morning
and of being interrupted in the bathroom as always.

I am sick of the hypocrytes
who believe
that by giving good advises
they stop being great assholes.

I am sick of the planned obsolescence,
of all the cool guys
who powder their nose in lust
with fairy dust.

Sick of listening to problems
and of having to say
with a rational voice
‘That’s nothing. Be cool’.

I am sick that some tweets
that are more than awful
win a contest
that became squalid from awesome.

I am sick of being seen
with eyes open wide
for being 1.40 meters high.

Yes. So what? I am short.

I am sick of seeing
how the corrupts
scape with their pockets filled,
while the average citizen
behaves like a blind one
in the one-eyed land.

I am sick of the people from Madrid
who have never gone
for being useless as a worm
to the Prado Museum.

I am sick of the poems
who talk about birds kissing each other
in the middle of the leafy branches.
of the guys who recite:
Well… So…
I wrote this in the airport…
And I titled it…
Poem of the airport…
And it says:
I am in the airport…

I am sick of being judged
for writing
about everything
that I am sick of.

But, above all,
I am sick
of the poets
who write
that they are sick.



Traducción de María del Carmen Gálvez Durán.

sábado, 13 de mayo de 2017

Te echo de menos

Realmente
no creo que leas esto en tu vida,
al fin y al cabo,
has sabido rehacerla sin mi.

Todavía me acuerdo
de nuestra negativa solemne
a ser una pareja hiperglucémica
que hicimos
justo antes de besarnos
y hacer algo parecido a follar,
pero volando
por encima de las azoteas
sin arneses.

Aquel picor de espalda
que nos daba en la siesta
porque no habíamos recogido
las migas del desayuno
era el único
que no quería arrancar,
por si se borraba de mi mente.

Las cosas que no se pueden contar
no creo que las repita
ahora que no estás tú.

Que ha pasado un año
y sigo llorando tu falta,
soñando tus ojos azules,
sintiendo tu pelo en mi nariz.

A veces, cuando barro,
sigo encontrando pedacitos de cristal
de aquel palacio que construimos.
Los guardo en una cajita
porque huelen a ti,
con tus fotos
y la llave
del cofre del tesoro.
Como haciendo mía la utopía
de que puedes volver.

Cuando paseo por la calle
me sorprendo esperándote
a la vuelta de la esquina.
Pero no estás.
Ya no.

Y es curioso,
que lo tenía asumido,
y sin embargo,
mírame.

Te resumo el poema
por si no tienes tiempo
para leerlo:

Te echo de menos.

lunes, 27 de marzo de 2017

Calado.

Sé que no te puedo pedir muchas cosas
a ti que eres el único seísmo
capaz de derrumbar
y recomponer
mi vida entera.

Mientras tus ojos
apuñalen con infinita ternura
mis desvelos
y se me ponga cara de gilipollas
cuando me besas,
no podré pedirte nada
porque para qué quiero más
si estoy contigo.

Porque sobrevuelas los límites de lo involable
y mientras nos miramos
los mayas se inventan una nueva fecha
para el fin del mundo.

Las ventanas de toda la ciudad
reflejan, envidiosas, ese par de cataratas
que tienes por manos.
Pobres ingenuas,
no se acercan
ni a la mitad
de tu capacidad de desastre.

Y te recoges los miedos
en una trenza.
Y yo la aparto
para besar el mapamundi
que tienes en la espalda.
Y noto un escalofrío
que te recorre entera,
desde Chile a Filipinas.

Te giras y me besas la sonrisa
con la confianza de un pirata
que ha abordado el mismo barco
veinte millones de veces.
Y yo no me resisto
y depongo mis armas
porque contra ti
no tengo nada que hacer.

Bailamos con las farolas
hasta que la luna
nos compone un vals.
Cogemos un globo
y subimos a comer nubes
mientras dices
que quieres una
con sabor a chocolate.

Y sale la gente a la calle
y se atasca Gran Vía
y no hay investidura,
porque todas
las putas personas
de Madrid
no paran de mirarnos.

Te guardo en una foto
y en mil poemas
y aún así
sigues desbordándolos.

La lluvia no te moja,
se funde contigo
y me permito el lujo
de dejar el paraguas en casa
para que me inundes.

Me calas.
Hasta lo más hondo de mi cuerpo,
hasta el centro de gravedad
de mi planeta de cristal.

Y por eso
he decidido
que desde hoy
quiero vivir
sin paraguas
y calado hasta los huesos.

jueves, 23 de febrero de 2017

A la élite bohemia.

Me tenéis asqueado.
Hasta los huevos.

Con vuestro rollo bohemio
que no digiero
ni con omeprazol,
con la puta hipocresía
que enarboláis
con el orgullo
de un bastardo primogénito.

Me hacéis vomitar
la bilis de mis antepasados
y hasta ellos
han pedido un préstamo
de bilis roñosa
a los bancos.
Y aún así, me quedo corto.

Estoy sorprendido todavía
de que haya
tantas neuronas muertas
por cerebro cuadrado,
de que lo que más os preocupa es
si la paja de esta noche
será en la cama o en el baño.

Los falsos amigos
que te clavan un puñal
y aún así
tienen los huevos de decirte
"sujétamelo con tu espalda, porfa".

El Alzheimer selectivo
de algunas personas
que solo se merecen
ser olvidadas.

Aquellos que si no llamas
no te dan ni una perdida,
ni un puto mensaje.
Joder. Hay tarifas planas, capullos.

Llevo cara
como de estar oliendo
sacos de mierda,
y en verdad
lo que huelo
es vuestra estupidez.

Esa pútrida carcasa maloliente
que usáis como fachada
y que os defiende
de vuestras propias balas
de papel Pinocho.
Las que os disparáis
con la ineficacia
de una eyaculación precoz
para llamar la atención de otros.

Me dan pena
vuestras pajas verbales
sobre la última batallita
que librasteis en el after.
Aunque ya entiendo
por qué os hiede la boca:
por lameculos.

Hay retretes
recién usados
que tratan mejor a las personas
que vosotros.
Y hay patadas en los huevos
más agradables
que vuestra presencia.
Y diarreas
que sueltan menos mierda
que vuestras bocas.

Me supuran los oídos
cada vez que os oigo halagos
sobre personas
que os importan menos que nada.
Cada vez que demostráis
que el interés por los demás
es inversamente proporcional
a vuestro ego.

Con esto y con todo
solo os deseo una cosa,
que ya es bastante:
que para el resto de vuestras vidas
os aguantéis
los unos a los otros.

domingo, 5 de febrero de 2017

Lloras.

A veces, lloras.
Y entonces se desbordan los charcos
y las flores se deshojan.

Los gatos azules
dejan de tomar el té
en el alféizar de tu ventana
y agoniza el acordeón
del músico de la esquina.

Las revoluciones parpadean
hasta quedar fundidas
y las mariposas mueren
por sobredosis de pastillas.

A veces lloras
y algún poetucho borracho
le quita el tapón al mar
mientras un sauce se desnuda
a la intemperie del viento.

Las pupilas de los lirios se dilatan
provocando nubarrones negros
que quedan
a la altura de los ojos de los mirlos.

Los ríos suenan a réquiem
y en los entierros
se colman las costuras,
cuando lloras.

Cuando lloras
lloran contigo los niños,
los payasos,
los juguetes,
y el caballo de madera de tu infancia.

Las almohadas,
los aviones,
las poesías,
los escalones
en escalera escalonada,
siempre llorando en espiral.

Cuando lloras
hay huelga de metro,
y cierran El Retiro,
y no abren
las tiendas de sombreros.

Y las faldas se esconden en cajones,
y las golondrinas emigran en pateras,
y el verano se confunde con invierno.

A veces, lloras.
Es entonces cuando me quedo sin palabras
y me supera un tsunami de impotencia.

Cuando cae plomo en mis entrañas
y me pesa tanto el alma
que la voy arrastrando por el suelo.

A veces, lloras.
Y ese día no hay periódico,
y en la tele no echan nada,
y en la radio suena
el Claro de Luna de Beethoven todo el rato.

Y las clases se cancelan,
y nadie va al trabajo,
y hay toque de queda.

Cuando lloras
se inundan bulevares y paseos,
y en los puestos callejeros
venden botes salvavidas.

Se vacían cafeterías
y en los patios
nadie juega a la pelota,
cuando lloras.

A veces, lloras.
Y las palabras
pesan como losas
cuando lloras.


Si os ha gustado os animo a pasaros por ElBackstage (Calle Santa Teresa 14, Alonso Martínez) los viernes a las 20:30. Podréis escuchar poemas míos y de otra mucha gente en la Jam Session (micro abierto). ¡Podréis recitar también los vuestros!