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lunes, 15 de febrero de 2016

Prohibiciones.

Deberían ilegalizar tu falta,
los trenes de vuelta sin retorno,
el no volver a pisar tu casa,
el dolor del sueño con insomnio.

Deberían ilegalizar los náufragos
que ya no naufragan en tu cama,
la impotencia de los magos,
los guiños que hacen las miradas.

Ilegalicemos el silencio en tus caderas,
la flecha de cupido con ceguera,
el no tener mis manos llenas,
que te vayas si no llegas.

Ilegalicemos la distancia
que me consume tan despacio,
porque por muy cerca que estuviéramos
nos veríamos como extraños.

Ilegalicemos tu fragancia,
el consumirme en cada esquina,
las caricias en la espalda
que me ponían la piel de gallina

Que prohíban esos sueños
en los que apareces y me hablas,
porque, joder, te echo de menos
y no está bien quedar en tablas.

Que prohíban las lágrimas
que amargan en mis ojos,
y el dolor de la certeza
de saber que me supo a poco.

miércoles, 3 de febrero de 2016

La locura de los cuerdos.

No es la locura de los locos la que enamora. Es la locura de los cuerdos la que nos vuelve locos. Esa locura con sabor a agua salada que brota de las pupilas adormecidas de los amantes, que huye espantada como una oveja al ver el lobo del adiós. Huye tan lejos que pareciera que no va a volver.
Escapa tras las casas de madera que hay en los pulmones, tras los riscos peligrosos encondidos en los pliegues de tantas caricias por la espalda, bajo el agua del río de la pasión en plena sequía, navegando sobre una nieve que ya no cae y que parece haberse escapado por entre los dedos de la torpeza del primer orgasmo.
Una locura de cuerdos que acalora los huracanes de la pasión, que empaña los cristales, ahora melancólicos, de nuestro coche y cruje bajo la pisada dura y rígida del dolor. Una locura que invita a beber más alcohol del que jamás podríamos nombrar para lograr olvidarla. Que obliga a los locos a pegarse un tiro y a los cuerdos a pegarse tres, uno en cada hueco de la espalda.
Una locura difícil de encontrar, como el mar en Madrid, como el silencio en la ausencia de mi cama, como el olvido de tu existencia en mi memoria.