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jueves, 25 de septiembre de 2014

La "locura" de la oruga.

- ¿Podría decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? -preguntó Alicia con miedo infantil.
- Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar.-respondió la oruga.
- No me importa mucho el sitio.
- Entonces, tampoco importa mucho el camino, ¿no crees?
- ¡Pero yo necesito salir de aquí!
- Ajá -la oruga dibujó una letra a con el humo de la pipa- ¿de verdad necesitas salir? ¿O lo que necesitas es entrar?
- ¡Ay! -se quejó Alicia abatida- Ya no se si debo entrar o salir... Pero quiero irme...
- En ese caso deberías coger el camino para irte.
- ¿Y ese camino cuál es, señor oruga?
- No lo sé. Yo llevo aquí desde siempre.
- Pero... Siempre es mucho tiempo...
- Eso porque lo dices tú -expulsó varias volutas de humo en forma de u- ¿verdad, niña?
- Ah, ya. Claro -dijo Alicia ciertamente molesta- ¿Cuánto es para siempre, según usted?
- A veces, solo un segundo, niña.
- ¡Bah! Eso es una locura.
- ¿De verdad es de locos pensar así? -hizo la letra i tras dar una calada- ¿O lo que de verdad es de locos es hablar con una oruga que fuma en pipa?
- ¿Insinúa que estoy loca?
- No por favor, niña -otra vez la letra a- Yo lo afirmo -letra o.
- ¿Cómo? -dijo Alicia molesta.
- Sí, niña. Estás loca, majareta. Pero te diré un secreto: las mejores personas lo están.
- Señor oruga. Me está poniendo muy nerviosa.
- Te estás poniendo nerviosa tú sola. -dibujó la letra a una vez más- Yo solo te estoy diciendo algunas cosas...
- ¡Me gustaría a mi decirle algunas cosas a usted! -le cortó Alicia.
- Dilas. Y cuando acabes de hablar, por favor, cállate.

Alicia en el País de las Maravillas. (Diálogo creado por mí)

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cuando el tiempo ya no llega

Cuando ella partió , le dijo que la esperase antes de salir por la puerta del jardín. Y él lo hizo. Esperó sin desesperar. Paciente.
Vio pasar las horas, los días y los meses. Empezó a confundir luna y sol. Agua y cielo. Arena y sal. Empezó a mezclar noches de una sola hora con días que duraban tan solo una tarde. Y perdió la noción de eso que antes llamaba tiempo.
Se convirtió en una planta más del ahora descuidado jardín. Una planta mustia y seca cuya única misión era estar allí. Esperando.
Las arrugas y las canas surgieron y ella no volvía. Surgió la demencia y el desvarío. Cantaba sin ganas como si de un réquiem se tratase. Simplemente se limitaba a cantar y esperar.
El inevitable traje de pino llegó antes que ella. Él dejó de ser una parte más de un olvidado jardín y se convirtió en polvo. Pero su espera, a diferencia de todo lo demás, jamás desapareció.

"Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Joaquín Sabina.