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sábado, 27 de abril de 2013

Pájaros de libertad.

Diana era una niñita de cinco años, vivía feliz con su padre y su madre.
Le encantaba que su madre le contase cuentos y dar paseos con su padre, "Papá, ¿por qué vuelan los pájaros?" "Papá, ¿por qué flotan las nubes?"...No paraba de preguntar y su padre respondía encantado, su padre "era el más listo de todos los papás del mundo mundial".
Pero a Diana le encantaban las reuniones de su padre y su madre con sus amigos. Siempre llegaban quejandose por el paro, la crisis, el régimen autoritario de su país... Pero su papá siempre decia palabras grandes como "revolución", "esperanza", "libertad"... Y sus amigos se ponian muy contentos y felices. Ahí era cuando Diana se acercaba a su padre y le abrazaba.
Lo que más le gustaba hacer a Diana era dibujar, sobretodo pájaros.
Un día vinieron unos señores y se llevaron a su padre porque promovía ideas opuestas al régimen. Diana no entendía nada, solo veía a su madre llorar.
Pasaron los meses y por fin iba a ver a su padre. Diana estaba feliz, iba a ir a visitarle a la cárcel. Había hecho el mejor dibujo de un pájaro para llevárselo a su padre.
Cuando llegaron a la cárcel registraron toda la comida que su mamá había preparado a su papá, rompieron un bollo por si llevaba algo dentro, Diana se preguntaba qué podía haber dentro de un bollo salvo chocolate.
Diana tuvo que enseñar su dibujo a un hombre muy serio, este, al verlo, le dijo a Diana que no podía llevar nada que incitase la libertad y la esperanza a los presos. Rompió el dibujo.
Diana lloraba y se preguntaba por qué habían roto su dibujo. Cuando vió a su padre fue corriendo a llorar entre sus brazos y a decirle que traía un dibujo de un pájaro como los que tanto les gustaban, pero que se lo habían roto. El padre dijo: "Diana, tranquila, yo me imagino el dibujo y es genial, me imagino el pájaro y puedo ver como revolotea, no llores más". Pero Diana seguía triste.
Al llegar a casa Diana corrió a su habitación a dibujar otra cosa para su padre.
Al día siguiente enseño orgullosa su dibujo a los carceleros. "¿Un árbol? Es inofensivo" y pasó con su dibujo.
Se lo dió a su padre y este le dijo: "Que bonito, me encantan los frutos de colores que tiene el árbol". Y Diana le respondió: "Shhh, no son frutos, son los ojos de mis pájaros, que los he escondido en el árbol, así cuando quieras te imaginas que salen y vuelan contigo"

jueves, 18 de abril de 2013

Gris.


Cuando las dudas aparecen, cuando un mal día se sucede con el siguiente, cuando todo gira a tu alrededor sin ningún control. En ese momento, en ese preciso instante, es cuando te flaquean las piernas, te falta la respiración, la vista se nubla y todo es gris, como un día lluvioso de abril.
Un día lluvioso de abril… Quizás para muchos es un día más en el que se mojarán cuando salgan a la calle, para él no. Para él salir a la calle y mojarse no es problema, el problema viene cuando sale a la calle y se da cuenta de las cosas… Nada es igual, nada es diferente, ya nada es nada.
No quiere salir, está mejor en su cárcel de cristal, protegido de todo mal, de todo dolor, de todo lo que ahí afuera está ocurriendo. Su cama, su habitación, una coca-cola, música de fondo y la mirada perdida de alguien resignado al cambio de la nada por la nada.
No es por nada en especial, pero a la vez todo tiene su parte de culpa. Y sí, él también se siente culpable. No sabe exactamente qué le pasa, pero le pasa, no sabe exactamente el motivo, pero lo hay, no sabe exactamente cuánto tiempo lleva allí, con la misma coca-cola que ya no tiene gas, como su energía, como él, ha perdido la fuerza y todo se reduce a un sabor dulzón en la boca.
Y al fin y al cabo… Para qué sirve todo lo que ha hecho, todo lo que ha vivido si  ya no tiene gas, no tiene fuerza. Es una pregunta más que hay que sumar a todas las que le rondan por la cabeza, ocupada en intentar resolverlas para no pensar en lo demás.
Están solos, él y sus pensamientos, en una tarde de abril que no es como las demás.