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martes, 19 de abril de 2016

Seamos protagonistas.

Vamos a volar por Madrid,
a fundir las farolas
y a esquivar la lluvia
escapando a portales desconocidos.

Vamos a quemar toda manifestación
que no nos tenga a nosotros
como únicos asistentes
y no vaya
de tus labios a los mios.

Vamos a escondernos entre bares
y a llenar de vaho
los cristales de las copas.
Vamos a ir a galerías de arte
a dar envidia
a todos los cuadros.

Vamos a vaciar vagones de metro
y a contratar músicos callejeros.
Vamos a saltar
sin más paracaídas
que tu falda.

Vamos a ponernos tontos
en un banco de El Retiro.
Vamos a acallar las prisas
de todos los que llegan tarde
recitando a Neruda.

Vamos a escondernos del bullicio
tras arbustos indiscretos.
Y después iremos
a tomarnos un café
fingiendo ser inocentes
-por si pudiera colar-,
de robarle
el protagonismo
a toda una capital.

jueves, 14 de abril de 2016

Y sin embargo, una palabra necesaria.

Supongo que el adiós
que más duele
es el que viene con resaca.
Ese que nos deja fuera de juego,
noqueados,
boqueando para coger el aire suficiente
y poder agarrarnos
a la previa del combate.

El adiós que nos pone
contra las cuerdas de tender,
que apaga las pequeñas cosas
y te deja tiritando sobre la lona.
Un adiós de despachos en llamas,
de cajones vacíos,
de relojes sin hora,
de espejos que no devuelven las miradas.

Un adiós definitivo
sin poder verle en envés.
Rompedor de huesos,
de cuadernos,
de tímpanos
que escuchan silencio.

Un adiós que desolla margaritas
que solo saben decir que no.
Que apuñala soledades
hasta hacerlas costuras sobre tu piel.

Un adiós sin escaleras de retroceso.
Como ir con el coche
por una carretera de único sentido
a doscientos kilómetros por hora
y saber la hostia que te vas a meter.

Ese adiós de llamadas en espera,
de teléfonos comunicando,
de números que ya no existen,
de mensajes sin saldo.

Ese adiós de carreras de tortugas,
de barcos de papel mojado,
de whiskys en ayunas,
de condenas al séptimo grado.

Y es que la palabra adiós
es el portazo a muchas cosas.
Es una palabra abominable,
ingrata,
desagradecida.

Y sin embargo,
muchas veces,
es una palabra necesaria.

viernes, 8 de abril de 2016

Hemos llegado a 15.000 visitas.

Como ya habréis visto, el blog ha llegado a 15.000 visitas, ¡¡¡en menos de tres años!!! Y eso es gracias a vosotros, a todos vosotros que me leéis, que me seguís, ya sea por Twitter (@felipemateos), por Facebook (Felipe Mateos Moreno), por Instagram (@felipemateos134) o como seguidores del propio blog.
Y he querido agradecéroslo con un regalo: he recitado uno de mis últimos poemas inéditos y aquí os traigo el vídeo. Muchísimas gracias, vosotros me hacéis grande, ahora a por otras 15.000.¡Y que viva la literatura!

https://www.youtube.com/watch?v=_IGm8tyhHnQ&feature=youtu.be

La vida se ríe a nuestra costa.

La vida es una pequeña hija de puta del tamaño de un big bang.

La vida es eso
que te guiña el ojo de la chica
que conociste en el concierto.
Es eso que te arranca carcajadas
de debajo de tus pies
para enterrarlas en otros oídos.
Es aquella maldita
que te derrumba los naipes
en un ataque de alergia y tos.

Es la maravilla
que hay tras los orgasmos.
La putada de perder el bus,
o de perderse a uno mismo.
Es un gol en el descuento,
un adelantamiento por la izquierda,
una farola en mitad de la calle.

Y es, a veces, una mierda.

La vida es un quebradero de cabezas
sin grapas que cosan el raspón,
más allá de esa tirita
que llamamos experiencia.
La vida es un neón
a punto de fundir
que se niega a dejar de anunciar la cartelera.
Es las noches con amigos,
de borrachera.
Y también es la mañana de domingo
viendo vacía la cartera.

Es una cachonda mental
de tres pares de cojones.
Es un beso en el portal,
un paseo por los sábados,
y es un paraguas roto
en pleno diluvio universal.

Es un constante acierto
cosido a base de errores
a tu espalda.
Es un "sube a mi casa a tomar café"
a las tres de la mañana
aún sin tener cafetera.
Y también es un portazo
con el corazón entre las bisagras de la puerta.

Es hundirse con chaleco salvavidas
y volar sin aviones ni alas.
Es ver Titanic con tu chica
y que ella grite cuando marca el Madrid.

Y también es discutir.
Con tus amigos,
con tu pareja,
con tu perro,
con tus padres.
Amenazar con irte de casa
y darte cuenta que sin ellos
no serías ni la mitad de lo que eres.
Es perder al parchís con tu abuela
y robarle una croqueta recién hecha.

Y quemarte la boca por no soplar.

Es correr entre tus propios escombros
saltando entre cachitos de recuerdos.
Es derrapar en seco en un desierto
y hacer chistes estúpidos.
Es aprobar todas.
Y también que te echen de clase.

Y dormir poco de noche.
Y mucho de día.
Y follar. Y comer. Y beber.
Y llorar. Y reír. Y crecer.
Y pegarse la hostia del siglo.

Es eso y muchas otras cosas.
Pero, en resumen,
la vida es una cachonda hija de puta
que se lo pasa bien a nuestra costa.


Y nosotros a la suya.