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domingo, 23 de junio de 2013

Una bota de cristal.

Curioso, las mujeres buscan un príncipe azul. Muchas confunden un pitufo con un príncipe. Otras ven azul donde no lo hay. Y un tercer grupo coge y ahoga al susodicho hasta volverlo azul.
Luego hay las que lo ven y no lo reconocen, las que lo tienen y no lo valoran, las que ven fantasmas azules donde no los hay y las que creen que el azul es el color de cualquier hombre.
Los hombres tienen fama de no buscar princesas y conformarse con las hermanastras de Cenicienta. Pero hay hombres que tienen un zapatito de cristal que busca su dueña, su princesa. Por probar los llaman inmaduros, insensibles y los aborrecen. ¿No se dan cuenta que hasta el hombre "más duro" tiene sentimientos? ¿Creen de verdad que un hombre lo hace con ánimo de molestar? No, ya digo yo que no. ¿O acaso el príncipe fue directamente a Cenicienta con el zapato? No, el príncipe hizo el llamado ensayo-error, como todos.
Cierto es que en todos lados hay brujas, titiriteros, piratas y demás maleantes. Pero hasta ellos tienen un zapato o bota que busca un pie donde encajar. Y ellas buscan alguien que las quiera a pesar de su verruga en la nariz. Todo el mundo busca, algunos encuentran, otros desisten. Dichoso quien lo encuentre, desdichado quien desista.
No dejeis de buscar la dueña de vuestra bota o zapato de cristal, no desistais en encontrar un verdadero príncipe o pirata azul. O en su defecto un pitufo. No desistais jamás. Aparecerá.

martes, 18 de junio de 2013

¿Por qué no demostrarlo?

Veamos... llevo varias publicaciones en las que me pregunto "¿Por qué?". Pero es que me resulta muy difícil hablar sobre algo de lo que todavía no tengo respuesta sin expresar mi duda. Esta vez no iba a ser menos.

¿Sabeis? Hay gente que vale mucho, pero que no obtiene recompensa. Hay gente que le hace un flaco favor a la humanidad siendo tal y como es y sin embargo obtienen más.
¿Sabeis? Estamos creando una sociedad en la que o bien pones una cara tristona o mandas todo a la mierda en tu estado de tuenti o facebook, en un tweet o en instagram... y entonces aparece el "habre xat ya tia" o el "k t pAsAh?", uno entre un millon como ese. Sin embargo esa persona de verdad valiente que tiene problemas pero no quiere gritarlo a los cuatro vientos, no obtiene ni una misera palabra reconfortable, porque como no se queja...
Nadie o casi nadie (dichoso aquel que crea que me equivoco) demuestra su amor por nadie. No, no digo amor de pareja, sino amor referido a la amistad, al cariño y al aprecio, que generalmente son más sinceros.
¿Sabeis? ¿Teneis la menor idea de lo que un "buenas noches, te quiero" puede ayudar a alguien? ¿De lo que puede lograr el tener un apoyo ahí cada día, alguien que te diga "¿Como estás?" y en quien poder confiar?
Siempre defenderé que el expresar sentimientos tiene el mismo funcionamiento que la moneda, cuantas más veces se haga sin necesidad, pierde más valor. Pero no debemos dejar que el demostrar nuestra amistad a alguien se convierta en lo que yo llamo "un billete de 500€", sabes que existen pero rara vez verás uno. Cada cosa tiene su valor, pero es necesario demostrarlo día a día, conversación a conversación.
Imaginemos lo siguiente, algo que puede estar pasando ahora mismo a nuestro alrededor: Manolo se va del colegio, pero no lo sabe nadie, prefiere no decirlo. Javier se va y lo saben todos. A Manolo nadie le dirá "te echaremos de menos" mientras que Javier está harto de oírlo. Manolo desaparecerá de la vida de sus compañeros al igual que Javier, pero no tendrá ninguna muestra de afecto.
¿Sabeis? Manolo y Javier sufrirán por igual pero Manolo no tendrá apoyo en nadie.
¿No veis la idea que os quiero transmitir? No pasa nada, seré más extremista.
¿Por qué la gente habla bien solo de los difuntos? Con todos mis respetos, si Manolo está muerto de poco le valdrá saber que le querías. En cambio Manolo te lo agradecerá sin ninguna duda lo que le quede de vida si se lo dices mientras viva. ¿Quién sabe si esa persona con la que acabas de dejar de hablar estará aquí mañana? No busco que vayais lanzando "te quieros" a diestro y siniestro ni mucho menos.
Solo demostrad a todo aquel al que le tengais aprecio que ahí os tiene, que le apreciais y que estais orgullosos de haberle conocido. No esperes a que se vaya del colegio, que fallezca o que se vea obligado a poner en tuenti "Me quiero morir", díselo para que si pasa cualquiera de estas u otras cosas, sepa que ahí te tiene y que en ti si que puede confiar.

sábado, 8 de junio de 2013

La felicidad: el caballo y el silbato.

Os presento a dos niños de aproximadamente 8 años. Van a la misma clase, pero solo tienen eso en común. Carlos tiene una gran casa, con un gran jardín, va a música, teatro, equitación, esgrima... después de clase. Por el contrario los padres de Nano tienen problemas para llegar a fin de mes, su casa no tiene agua caliente, vive con sus abuelos, padres y hermanos en apenas 45 metros cuadrados.
Como he dicho antes, van juntos a clase, desde que eran pequeñitos, y todos, todos los años, antes de Navidad, Carlos se mete con Nano porque Papa Noel no le traerá ni la X-Box, ni la Play... se tendrá que conformar con un dulce de leche (que a Nano tanto le gustan, por cierto), mientras que él, Carlos, come esos dulces todos los días.
En Diciembre del año pasado también ocurrió lo mismo, un año más, Carlos había pedido un caballo, mientras que Nano había pedido un dulce de leche como hacía todos los años. Nano aguantó las burlas de Carlos durante días y días, pero no les dió apenas importancia.
Llegó la mañana del 25 y Carlos recibió su caballo mientras que Nano obtuvo un dulce de leche y ¡¡sorpresa, un silbato!!
Nano salió corriendo a la calle, gritando y riendo, ¡¡tenía un silbato!! ¡¡Podía imaginar que era un policía que regulaba el tráfico y perseguía ladrones malos!!
A todo esto Carlos vió a Nano reir y gritar de alegría por la calle y cogió y le espetó a su padre que él quería un silbato y no un caballo, que qué asco de regalo y se subió enfadado a su habitación mientras Nano, en la calle, disfrutaba como nadie de su regalo. Fueron unas navidades geniales para Nano.

De esta historia quiero deducir un par de cosas, primera, no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Y segunda, la felicidad no está en el valor material de las cosas, sino en el valor emocional que les queramos dar. Así os digo que teneis la felicidad a vuestro alcance, solo estirad la mano y confiad.