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miércoles, 4 de junio de 2014

La vida está para apostar

"¡No te aguanto! Eres insoportable. Estoy mejor sin tí, me voy. Hasta nunca". Las palabras de ella resonaban en su cabeza una y otra vez, como un engranaje perfectamente encajado que debe hacer saltar un resorte cada cierto tiempo. Su tono de voz y sus ojos rezumando odio, su mueca de asco y su gesto obsceno antes de cerrar de un portazo volvían una y otra vez. Pero ya no le dolía.
Él era así, tal como era y no se arrepentía de serlo. No se arrepentía de haberla llevado el desayuno a la cama, ni de haberse quedado despierto hasta que su respiración se calmaba al caer en un profundo sueño. No cambiaría por nada esos intentos de componerla canciones bonitas o aquellos momentos en los que la piropeaba porque le apetecía, porque sí. No devolvería ni uno solo de los besos o caricias que le había robado, no devolvería esos tesoros que guardó con tanto cuidado en su mesita de noche ni esos bailes bajo las estrellas.
Pero ya no le quemaban. Ya no. ¿Y qué si era un romántico? ¿Y qué si era diferente? ¿Y qué? Ya encontraría a otra chica que le aguantase y le quisiese sin necesidad de cambiar nada de él. Ya llegaría la chica adecuada. Tenía mucho tiempo por delante y ninguna prisa por recorrer el camino.
¿Y tú, por qué tienes tanta prisa? Apuesta, juega, vive. Y si hace falta, no pases página, empieza un libro nuevo. Juégatela. Y sé feliz.

Dedico esta publicación a M.E.M. que siempre me ha pedido más positividad.

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