Caminaba deprisa hacia él. Cuando
estaba a menos de veinte pasos se detuvo a la luz de una lámpara de
aceite, se le podía ver bien: era bajo y rechoncho, con una
incipiente barriga que no trataba de disimular, tenia una nariz
porcina con unos ojos de color azul hundidos, claramente miopes, pues
portaba unas gafas remedadas con lo que había podido encontrar.
Tenia un pelo y una descuidada barba negra que empezaban a clarear y
un bigote negro igualmente descuidado. Se podía intuir que siendo
joven ese hombre había sido atractivo con una gran melena rubia, de
la cual solo quedaba una pelo lacio y blanquecino que producía
destellos plateados por la luz de la lampara de aceite.
Tenia unos brazos fuertes y sanos,
al igual que sus cortas piernas. Había oído hablar de él, era
extraño que se dejara ver, era, en cierto modo, un ermitaño dentro
de aquel extraño lugar. Se decía que era huraño e inteligente, lo
peor era que supuestamente no tenia sentimientos y, se decía, era
inhumanamente frío. A pesar de ser así iba bien vestido, con un
pantalón vaquero que le quedaba corto y ajustado; también vestía
un jersey de lana a cuadros. Todo esto resaltaba con sus pies
descalzos.
Prometo continuarlo en algun momento, esto es solo un borrador.
Gracias por vuestro tiempo.
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