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sábado, 23 de enero de 2016

La loca del bar.

Llevo un tiempo observándote. Allí, sola, en esa esquina oscura del bar que has convertido en tu escondite. Con tu ginebra entre las manos, ahogando las voces de tu cabeza entre los hielos casi derretidos de un cubata. Con tu chupito de tequila con sal pero sin limón, porque para poner malas caras ya está la vida, dices.
Allí. Sola. En el mismo sitio de siempre, mi punto de mira cada vez que vengo y el punto de partida de mis sueños cada vez que me voy. Sentada con esos putos puntos suspensivos que quedan en suspense sobre tu mirada a medio borrar. Esa mirada que puntúa con acentos el silencio que generas y coloca diéresis hundidas bajo tus caderas.
Allí. En tu escondite. Huyendo de ti, o de mi, o del camarero que ha terminado por tomarte como un mueble más. Escondida para cuando el cielo se derrumbe, para cuando se seque la brisa que tan bien le sentaría a tu pelo. Temiendo que algo o alguien invada tu retiro anticipado.
Pero quizá haya llegado el momento de enfrentarte a tus miedos cuando te diga el camarero que a esta ronda invito yo. Cuando me acerque a presentarme como el loco solitario que te observa desde la esquina opuesta del local. Cuando me siente a tu lado y te pregunte qué tal todo. Cuando hablemos como dos locos solitarios que se acaban de conocer pero a los que les quedan mil locuras por vivir juntos. Cuando decida besarte y perdamos verdaderamente la cabeza hasta tal punto que nos tengan que encerrar.

1 comentario:

  1. Me mola, ginebra, cubata, tequila... Me gusta el tono con el que lo leo.

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