Mi tinta se transforma en cuervos
que carroñan mis entrañas,
me pican los ojos y el cuello
con graznidos, sangre y saña.
Danzan en círculos rectos
lanzándose sobre mis ojos,
dan mordiscos sintéticos
oscureciéndomelo todo.
Me desgarran las vísceras,
que con sangre y alaridos
se nublan con folios de miedo.
Las despido como amigas
cuando con mi sangre escribo
y medio muerto caigo al suelo.
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