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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cuando el tiempo ya no llega

Cuando ella partió , le dijo que la esperase antes de salir por la puerta del jardín. Y él lo hizo. Esperó sin desesperar. Paciente.
Vio pasar las horas, los días y los meses. Empezó a confundir luna y sol. Agua y cielo. Arena y sal. Empezó a mezclar noches de una sola hora con días que duraban tan solo una tarde. Y perdió la noción de eso que antes llamaba tiempo.
Se convirtió en una planta más del ahora descuidado jardín. Una planta mustia y seca cuya única misión era estar allí. Esperando.
Las arrugas y las canas surgieron y ella no volvía. Surgió la demencia y el desvarío. Cantaba sin ganas como si de un réquiem se tratase. Simplemente se limitaba a cantar y esperar.
El inevitable traje de pino llegó antes que ella. Él dejó de ser una parte más de un olvidado jardín y se convirtió en polvo. Pero su espera, a diferencia de todo lo demás, jamás desapareció.

"Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Joaquín Sabina.

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